Un grupo de trabajadores de la industria automotriz laboran en una planta de la marca japonesa Honda, ubicada en la ciudad de Celaya, Guanajuato. Foto de AP/Eduardo Verdugo.

6 de dic. (Bloomberg) -- Las reglas que rigen el uso de acero y aluminio en los automóviles se han convertido en el último obstáculo para completar un acuerdo revisado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre Estados Unidos, México y Canadá que esté listo a tiempo para recibir la aprobación del Congreso estadounidense a fin de año.

     Las tres naciones están discutiendo la letra pequeña del acuerdo que requiere que 70% del acero y del aluminio en los vehículos provengan del continente para recibir un tratamiento libre de impuestos, de acuerdo con media docena de personas familiarizadas con las conversaciones, que pidieron no ser nombradas porque las pláticas son privadas. México y la administración de Estados Unidos buscan acordar cambios en el texto tan pronto como este viernes, antes de presentar una propuesta a los demócratas en la Cámara de Representantes.

     La semana pasada, Estados Unidos puso sobre la mesa una demanda de contar solo las losas de acero y aluminio para el umbral de 70% originario de América del Norte, dijeron las personas. Eso complicaría la calificación para los automóviles producidos en México, cuyas losas a menudo se originan de Brasil, Japón y Alemania. La propuesta surgió como una demanda del sindicato acerero United Steelworkers el año pasado, según dos de las personas.

     El lunes, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció planes para restablecer los aranceles al acero y el aluminio de Brasil y Argentina, países a los que acusó de devaluar sus monedas en detrimento de los agricultores estadounidenses.

     Las reglas para los automóviles están en el corazón de la apuesta de Trump para reemplazar el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte con el llamado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, o T-MEC, que brinda más incentivos para fabricar en Estados Unidos. Estos estaban entre los asuntos más difíciles y cuidadosos a resolver en las negociaciones del año pasado.

     “La regla de origen del T-MEC es difícil de cumplir, pero podemos cumplir con este requisito adicional”, dijo Matt Blunt, presidente del Consejo de Política Automotriz Estadounidense, que representa a los tres grandes fabricantes de automóviles de Estados Unidos. “La aprobación del T-MEC sigue siendo nuestra máxima prioridad”.

Protecciones laborales

Los países ahora están presionando para que el Congreso apruebe el acuerdo antes de que la campaña presidencial de Estados Unidos de 2020 domine la agenda. Pero la demanda de los demócratas, que controlan la Cámara de los Representantes, por mayores protecciones para los trabajadores mexicanos, también está retrasando su progreso.

     La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo el jueves por la noche en CNN que sigue siendo “optimista” de que se puede completar el T-MEC. Pero agregó que sólo se someterá a votación en la Cámara Baja cuando haya fuertes provisiones para el cumplimiento del acuerdo en el texto.

     El presidente del Comité de Medios y Procedimientos, Richard Neal, dijo que, a pesar del problema con el acero y el aluminio, estaba optimista de que el acuerdo podría ser sellado y aún es “muy posible” que la Cámara pueda votar en este año. Dijo que habló con el jefe negociador de México, Jesús Seade, el viernes por la mañana.

     “Piensa que se va a resolver”, dijo el demócrata de Massachusetts sobre la disputa sobre el acero y el aluminio.

Sobre cuestiones laborales, Seade dijo el miércoles que todavía hay detalles que resolver, pero que contratar inspectores de Estados Unidos para monitorear a las empresas mexicanas es inaceptable y está fuera de la mesa. Seade regresó a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, para entablar más conversaciones el viernes por la mañana.

     Una carta de la cámara industrial de México conocida como Concamin [Confederación de Cámaras Industriales], enviada a Seade el miércoles y obtenida por Bloomberg News, dijo que los cambios que Estados Unidos está buscando en el acero y el aluminio son inaceptables e imposibles para los fabricantes de automóviles de la nación, amenazarían su competitividad y destruirían dos décadas de integración en la cadena de suministro.

     Si el acuerdo no es aprobado por el Congreso, entonces el TLCAN permanecería vigente. Pero eso corre el riesgo de que Trump, que critica con frecuencia el acuerdo de 1994, intente retirar a Estados Unidos, como amenazó con hacerlo en el pasado. Eso podría causar caos en la economía regional, altamente integrada, y el comercio anual de más de un billón de dólares.

 

Traducido por Adrián Estañol

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Fecha de publicación: 06/12/2019

Etiquetas: EUA Canadá México T-MEC Congreso Lighthizer acero Seade